Estamos viviendo una etapa nueva y por ende experimentamos situaciones y sentimientos que nunca habíamos vivido. Esto provoca que en algún momento las diferencias de personalidades que tenemos en casa afloren en una forma nunca antes vista. El encierro y la reducción de actividades fuera de casa hacen que tengamos que pasar tiempo suficiente con la familia y que antes era solo lo necesario. Es por eso que las relaciones están en un periodo de prueba y la sana convivencia se hace necesaria por nuestra salud mental y emocional.
Para una sana convivencia lo primero que debemos tomar en cuenta son nuestras diferencias y las distintas formas de afrontar el encierro y las malas noticias. En segunda instancia debemos tener pendiente las actividades que cada uno debe realizar y sus intereses. Esto permitirá que cada miembro tenga el espacio necesario para realizar sus deberes y cumplir con sus responsabilidades en armonía y tranquilidad.
También se debe reconocer las similitudes e intereses comunes para aprovechar cada espacio para compartir en familia y de manera divertida. Se pueden realizar múltiples actividades que sean de interés común. Ver una película, completar crucigramas, rompecabezas, leer un libro o simplemente jugar libremente juegos de la infancia y hasta inventados.
Por último, pero no menos importante, realicen oraciones y canten alabanzas en familia. Una buena oportunidad para acercarnos a Dios y que sea Dios el centro de nuestras familias.
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